CULTURA
25 de abril de 2025
Orquesta Filarmónica de Mendoza presenta su tercer concierto de abono

El miércoles 30, a las 21:00hs, la sala mayor de Mendoza será el escenario de Pasiones y destinos, el poder de Tchaikovsky y Brahms. Participarán Lautaro Mura, como director invitado, y Marcelo Balat, en piano, como solista invitado.
La Orquesta Filarmónica de Mendoza continúa ofreciendo conciertos con motivo de su 40º aniversario. Para celebrar cuatro décadas de dedicación y excelencia musical, la formación musical presentará 15 conciertos de gran nivel artístico, marcados por una programación destacada y única.
Prestigiosos directores invitados y solistas de renombre internacional se sumarán a este evento trascendental, ofreciendo interpretaciones de altísima calidad que enriquecerán la experiencia de cada concierto. Es en este contexto que se ofrece un abono aniversario de acceso exclusivo a estos 15 conciertos.
Las entradas ya están disponibles en entradaweb.com o en la boletería del teatro.
40 años de música, historia y pasión
En 2025, la Orquesta Filarmónica de Mendoza celebra cuatro décadas de trayectoria, un hito que reafirma su lugar como uno de los emblemas culturales más importantes de la provincia. Desde su fundación, la orquesta ha sido un espacio de excelencia artística, un punto de encuentro entre el talento local y los grandes nombres de la música, además de ser un puente entre generaciones que encuentran en el arte sinfónico una forma de expresión y emoción.
A lo largo de estos 40 años, la Filarmónica ha construido una identidad propia, enriquecida por la diversidad de su repertorio y la calidez de su público. Cada concierto ha sido una historia compartida, cada interpretación un diálogo entre los músicos y la comunidad que los acompaña.
El 2025 será un año de celebración, con un ciclo de conciertos de abono especialmente diseñado para honrar nuestra historia, explorar nuevos horizontes y rendir homenaje al Teatro Independencia en su centenario.
Lautaro Mura Fuentealba es un versátil director de orquesta y uno de los más destacados exponentes de la nueva camada de dirección orquestal chilena. Realizó sus primeros estudios en la Universidad de Chile en composición y dirección orquestal con Cirilo Vila y David del Pino Klinge respectivamente.
Desde el 2014 se radica en Colonia, Alemania, allí completó sus estudios de dirección orquestal en la Robert Schumann Hochschule Düsseldorf con el maestro Rüdiger Bohn, para después ser becario de la International Ensemble Modern Academy en Frankfurt.
Ha trabajado con orquestas y ensambles tales como Theater Bonn,Ensemble Modern, Württembergische Philharmonie Reutlingen, Bergische Symphoniker, International Ensemble Modern Academy, Ensemble Garage,Ensemble New Babylon, Kollektiv 3:6 Köln, Ensemble Consord (Alemania),Vertixe Sonora (España), Ensemble Vortex (Suiza), United Instruments of Lucilin (Luxemburgo) entre otros.
Ha dirigido en diversos Festivales como el Acht Brücken, Wittener Tage für Neue Musik, Frakzionen Festival (Alemania), Klangspuren Schwaz (Austria) o el Gaudeamus Musikweek (Holanda), en teatros como la Philharmonie de Colonia, Tonhalle de Düsseldorf, Philharmonie de Luxemburgo o Alte Oper Frankfurt. En Sudamérica ha dirigido, entre otras, a la Orquesta Sinfónica Chile, Orquesta Clásica de la Universidad de Santiago, Orquesta de Cámara de Chile, Orquesta Sinfónica de la Universidad de La Serena, Orquesta Sinfónica de la Universidad de Cuyo, Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, Orquesta Sinfónica del Cusco.
De esta manera, ha realizado una importante labor de difusión y apoyo de la música contemporánea latinoamericana en Europa como fundador y director musical de Kommas Ensemble (Colonia, Alemania) y es también director artístico de Broken Frames Syndicate (Frankfurt, Alemania), cuyo objetivo es la permanente búsqueda de innovación y revitalización de la escena musical actual y con quienes recibe el prestigioso Ensemble Preis 2024 de la Ernst von Siemens Musikstiftung.
Lautaro obtiene el primer premio en la Graz International Conducting Competition & Masterclass 2014 (Austria), es finalista en Atlantic Coast Orchestral Conducting Competition (Portugal) y semifinalista en la segunda edición del Città di Brescia Giancarlo Facchinetti Conducting Competition (Italia). En su etapa de estudiante participa en prestigiosas clases magistrales, como el Bartók Seminar & Festival (Hungría), Järvi Academy (Estonia) o Kritisches Orchester (orquesta formada por músicos de reconocidas orquestas alemanas como la Filarmónica de Berlín, Staatskapelle Dresden, Beethoven Orchester etc., con maestros como Peter Eötvös, Heinz Holliger, Lothar Zagrosek, Lucas Vis, Helmuth Rilling, Colin Metters, entre otros.
Solista invitado: Marcelo Balat, piano
Marcelo Balat es uno de los más destacados pianistas argentinos del momento y actual solista titular de Piano y Celesta de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina. En 2019 recibió el prestigioso Diploma al Mérito de los Premios Konex como artista revelación de la última década.
Sus presentaciones más recientes incluyen la interpretación del Concierto no. 2 de Bartok, Concierto No. 2 de Tchaikovsky y el estreno sudamericano de Kuleshov de Oscar Strasnoy en el Teatro Colón.
Ofrece conciertos regularmente en las salas más importantes de Argentina, Brasil, Uruguay, Perú, Chile, Paraguay, Cuba, España y Alemania y se ha presentado junto a las Orquestas Sinfónicas más importantes de su país, Sinfónica Nacional, Filarmónica de Buenos Aires, Orquesta Estable del Teatro Colón, por nombrar algunas, bajo importantes batutas como Pedro Calderón, Yoav Talmi, Francisco Rettig, Sylvain Gasançon Paolo Bortolameolli y Günter Neuhold.
Cabe destacar entre sus actuaciones la interpretación el concierto para cuatro teclados de J.S.Bach junto a Martha Argerich, Pía Sebastiani y Mauricio Vallina en el Teatro Colón, su presentación como solista en 2007 el Auditorio Nacional de Música de España, en 2009 en el Konzerthaus de Berlín y en el Museo del Prado. Ese mismo año, realizó junto a Luis Grané el estreno mundial de una obra para dos pianos de Sofía Gubaidulina, transmitido en vivo por la Radio Nacional de España.
En 2017 interpretó la Sinfonía Turangalila y en 2019 Osieaux Exotiques de O. Messiaen junto a la Orquesta Sinfónica Nacional Argentina. En su rol de solista de piano y celesta, ha colaborado, entre otras orquestas, con la West Eastern Divan Orchestra, bajo la batuta de Daniel Barenboim.
Balat desarrolla además una intensa actividad camarística. Es miembro del Trío Ginastera, junto a Xavier Inchausti y José Araujo, galardonado por la Asociación de críticos musicales como el mejor conjunto de cámara argentino de la Temporada 2018. Además forma parte del Ensamble ArtHaus.
Su interés por la educación musical lo llevó a ejercer la dirección académica de la Fundación Beethoven de la ciudad de Buenos Aires. En la actualidad es profesor de la cátedra de piano y música de cámara de la Universidad Pontifica Católica Argentina.
Obtuvo Primer Premio en los Concursos más importantes de su país, entre ellos Bienal Juvenil 2001 de Festivales Musicales y Concurso Nacional del Centro de Estudios Pianísticos de Buenos Aires, por el que realizó una gira de conciertos en España en 2003. Ese mismo año obtuvo Mención de Honor en el II Concurso Internacional de Piano “Martha Argerich”.
En 2005 recibió el Premio Estímulo de la Asociación de Críticos Musicales.
Durante su estadía en España entre 2005 y 2009, obtuvo primeros premios en los Concursos “Ciutat de Manresa”, Concurso Internacional de Piano “Eugenia Verdet” y el Concurso “Ciutat de Xátiva”. En 2010 obtuvo el primer Premio del Concurso Latinoamericano de piano, realizado en Florianópolis, Brasil.
Su formación contó con el apoyo del Ministerio de Educación de la Nación, Festivales Musicales de Buenos Aires, Fundación Beethoven, Fondo Nacional de las Artes, Fundación Carolina de España y Mozarteum Argentino.
Sobre las Obras
Pyotr Ilyich Tchaikovsky (1840–1893). Concierto para piano n.º 1 en si bemol menor, Op. 23
Compuesto entre fines de 1874 y comienzos de 1875, el Concierto para piano n.º 1 de Tchaikovsky fue recibido con desdén por el pianista Nikolai Rubinstein, a quien el compositor había pensado como dedicatario. Lejos de modificar la partitura ante las duras críticas, Tchaikovsky mantuvo su versión original y confió la obra a Hans von Bülow, quien la estrenó en Boston en octubre de ese mismo año. Desde entonces, el concierto ha ocupado un lugar central en el repertorio sinfónico internacional.
La obra está estructurada en tres movimientos, pero se aparta con libertad del modelo clásico. El Allegro non troppo e molto maestoso – Allegro con spirito comienza con una introducción de gran fuerza retórica: una fanfarria en los metales y una serie de acordes descendentes del piano, que no volverán a aparecer en el desarrollo posterior. Este gesto inicial —casi ceremonial— da paso a un tema principal de raíz popular ucraniana, tratado con elaboraciones armónicas y una orquestación de gran plasticidad. El discurso pianístico se despliega con vigor, alternando pasajes de bravura con secciones de diálogo más contenido con la orquesta.
El segundo movimiento, Andantino semplice – Prestissimo – Tempo I, propone un contraste de carácter y textura. La melodía inicial, presentada por la flauta sobre un acompañamiento de acordes quebrados en el piano, establece un clima introspectivo. La sección central introduce un episodio animado, con métricas cambiantes y acentos que evocan una danza popular estilizada. La reaparición del material inicial cierra el movimiento con sobriedad.
El Allegro con fuoco final se organiza como un rondó con elementos de forma sonata. El tema principal, enérgico y sincopado, deriva de una canción popular rusa. La interacción entre piano y orquesta es más estrecha y dinámica, con episodios contrastantes que exploran diferentes registros expresivos. La extensa coda, en si bemol mayor, actúa como resolución de las tensiones acumuladas y despliega un virtuosismo enfático, sin perder la cohesión formal.
El Concierto n.º 1 no sólo consolidó la proyección internacional de Tchaikovsky, sino que amplió los márgenes expresivos del género concertante, integrando con naturalidad elementos sinfónicos, motivos populares y una concepción pianística que exige tanto destreza como sensibilidad interpretativa.
Johannes Brahms (1833–1897). Sinfonía n.º 4 en mi menor, Op. 98
Compuesta entre 1884 y 1885, la Cuarta Sinfonía de Brahms es su último aporte al género y, según muchos intérpretes y críticos, su logro más refinado en términos de síntesis formal, invención motívica y profundidad expresiva. Fue estrenada bajo la dirección del propio compositor en Meiningen, el 25 de octubre de 1885, y recibió una acogida moderada por parte del público, aunque fue rápidamente reconocida como una obra de notable densidad estructural y carga emocional.
La sinfonía está escrita en la tonalidad de mi menor —inusual para la época por su carácter sombrío y austero— y plantea, desde el inicio, una escritura ceñida, sin exceso de ornamento. El primer movimiento (Allegro non troppo) comienza con una célula melódica ascendente en terceras, presentada por los violines primeros, que da origen a un tejido motívico de gran coherencia interna. Brahms desarrolla esta idea con rigurosidad contrapuntística, equilibrando el lirismo con un tratamiento armónico contenido y una tímbrica de corte camerístico, pese al uso de una orquesta completa.
El segundo movimiento (Andante moderato), en mi mayor, propone un espacio de contemplación más abierto, aunque no carente de tensiones. El tema inicial, en la trompa y las maderas, presenta una atmósfera de evocación arcaica, reforzada por el uso del modo frigio en los primeros compases. La orquestación se expande paulatinamente, con líneas melódicas que se entrelazan con sobriedad, evitando cualquier gesto grandilocuente.
En el tercer movimiento (Allegro giocoso), Brahms introduce el único verdadero scherzo de sus cuatro sinfonías. De carácter rítmico y vigoroso, presenta una forma sonata con elementos de danza, impulsada por una percusión más activa y el uso poco habitual del triángulo. Es un momento de respiro dentro de la arquitectura general de la obra, aunque mantiene el control estructural que caracteriza al conjunto.
El cuarto movimiento (Allegro energico e passionato) constituye uno de los experimentos formales más notables de Brahms: una passacaglia construida sobre un bajo ostinato de ocho compases, tomado de la Cantata BWV 150 de Johann Sebastian Bach. A partir de esta base, el compositor desarrolla una serie de variaciones orquestales que no solo rinden homenaje a la tradición barroca, sino que integran procedimientos sinfónicos modernos, alcanzando una síntesis expresiva de gran poder. La obra concluye sin concesiones, en un final austero y resuelto, que parece afirmar una visión trágica de la existencia, sostenida por una lógica formal implacable.
Con esta sinfonía, Brahms se despide del género con una obra de compleja elaboración y notable economía expresiva, que condensa la herencia de la tradición germánica en un lenguaje personal, rigurosamente elaborado y profundamente humano.